Teresa

Nací en Torreón, México, en una familia llena de calidez y risas. Muy pronto, el trabajo de mi padre nos trasladó a Ciudad Juárez, donde pasé siete significativos años antes de regresar a Coahuila para terminar la carrera de Derecho en 2009. No mucho después, me encontré en Monterrey, una ciudad que aún guarda un pedazo de mi corazón.

Desde que era niña, he tenido esta constante comezón de ver el mundo. Como abogada en México, ese sueño parecía un poco fuera de mi alcance al principio. Pero seguí empujando. Con el tiempo, empecé a viajar y, por fin, me adentré en ese sueño.

En el camino, conocí a gente de todos los rincones del mundo, cada uno con una historia que desafió mi forma de pensar y me abrió los ojos. Aprendí lo diferente que puede ser la vida dependiendo de dónde te encuentres. Ese tipo de experiencia te cambia. Te hace más centrado, más flexible y mucho más humano. Y sí, también hice amigos inolvidables.

Por suerte, me casé con alguien que comparte mi pasión por los viajes. Juntos hemos convertido esos sueños en recuerdos. Salir de tu zona de confort no es fácil, pero te forma de la mejor manera. Te enseña paciencia, agallas y a escuchar.
Por eso me encanta lo que hago. Puedo aprovechar esas lecciones -compasión, curiosidad, resolución de problemas- y volcarlas en ayudar a los demás a través de mi trabajo en Abogadas de Inmigración. Creo en lo que hacemos. Profundamente.

Cuando no estoy trabajando o soñando despierta con el próximo sello en mi pasaporte, estoy dibujando algo en mi cuaderno o disfrutando del aire fresco. Y si citas una frase de Gladiador o El Señor de los Anillos, es muy probable que la termine.